Romance del Norte Argentino
de Manuel J. Castilla
Ayer canté en la frontera
hoy canto en Sauzalito,
a mi me gusta cantar
en cada pago un poquito.
(Cancionero Popular
de Salta)
Conquista y absorción del español por la
tierra
1
Diego de
Rojas, sangre espada y sueño
desenvainado
en estas zonas altas.
La fundación
del Norte era la copla
y el corazón
redondo de la caja.
Espuela
ardida y voz, la misma cosa
y una sola y
madura la esperanza.
Espuela y
voz de España se alisaron
como una
cabellera en la baguala.
Diego de
Rojas vino para irse
y era una arista
más en la montaña.
Razón de soledad y paisajes
2
Espuela y
voz de España no podían
domar de
golpe tan antiguo brío.
El hombre
era hacia adentro y desde adentro
Iba saliendo,
triste, en los silbidos.
Porque entre
sus crispados arenales
en espuma de
sal acaba el mito,
toda la coca
se le vuelve espera
en las
orillas de los espejismos.
Para tanto
silencio, mucha muerte
pide mi voz
morena al infinito!
Savia y niñez
3
Con el
revuelo verde de los tucos
llegaba la
esperanza del verano
y la savia
del norte por mi sangre
iba subiendo
como por un árbol.
Ese era el
tiempo para la leyenda
con sus
humosos viejos solitarios
y había que
alzar tizones en el alba
por no
mirarles su dolor ahumado.
Entonces,
niño yo, sobre la tierra
era tan puro
como los lapachos.
Baile y varonía
4
A los veranos
roncos de crecientes
anteponían un
pecho de gauchadas,
y el agua
turbia de corajes
desencrespábase
en sus arrogancias.
Después, muchos
caminos polvorientos
y un domingo
floreándose de zambas
donde entre
zapateos apilados
sumaban como
siete las mudanzas.
Enjugaban,
entonces, los pañuelos
la clara
soledad de las guitarras.
Sentido heroico
5
Sabía del
requiebro y de la daga
reconquistando
a golpes de entereza.
Unos volvían
con un puma muerto
y una remota
heroicidad ingenua.
Otros cuando
bebían, sollozaban
para apagar
tristeza y polvareda
y si algunos
mataban, el cuchillo
retornaba a
la vaina sin urgencias.
Y después de
todo esto me dolía
que se
quedaran solos con la espera.
Amistad
6
No retaceaba
el hombre sus anchuras
para la
tierra hinchada de semillas,
porque donde
sobraban longitudes
hasta la
mezquindad fue cristalina.
Y si algunos
guardaban prevenidos
era para tirarlo
al otro día
entre vasos
de vinos entonadores
y una pena
que nunca se les iba.
Y sobre todo
la amistad como una
sombra perfectamente
definida.
Verano y carnaval
7
Si un
quebracho volteaban, retraían
su oscuro
corazón los guayacanes.
Por ese
estío caliente, las cigarras
anticipándose
a los carnavales.
Luego de las
coplas con sus agachadas
como un pájaro
más entre los árboles
y por los
chacos -cimba y displicencia-
una china
habitando soledades.
Para tanta
ternura, yo soltara
mi vidalero
pecho por el aire!
Dolor
8
Sus dolores,
también, que no los llora
pero que canta
porque se le vuelven,
ya no son llagas,
pero son asientos
que el
hombre va poniéndole a la muerte.
Después… la
tierra negra y un silencio
que no podrán
tapar caña y machete,
ni el
socavón minero ni el estaño
porque el
silencio tiene boca y muerde.
¡Oh, que
pura la muerte entre las cañas
como árbol
solo en los atardeceres!
Dimensión
9
Puro como en
sus propias alegrías
de alada
zamba y ponchos de colores
mientras le
duele el indio por la sangre
lleno de bombos
y de luna insomne.
Sabe su
lentitud fecundadora
por viva
piedra y forestal desborde
aunque
pueblen su sed de varonía
sus
desolados muertos volvedores.
¡Este es mi
norte y digo su tamaño
para que
todo el mundo lo recobre!
Publicado en El Intransigente
Salta, 16 de junio de 1946.